Yo no quiero un mensaje cada vez que me despierte, ni el desayuno en la cama, ni mil besos al atardecer, ni ir de la mano todo el día, ni mil entradas con mi nombre, ni mil estados con nuestra fecha, ni que me diga cada cinco minutos que me quiere, ni un texto enorme el día de mi cumpleaños, ni que se gaste su sueldo en mi regalo, ni el oso más grande de la juguetería, ni el diamante más brillante de la joyería.
Yo quiero que se despierte conmigo, sin mensajes, el desayuno con él, en una mesa, mil besos durante todo el día, sea la hora que sea, que me diga una vez que me quiere al día, para que no se me olvide, que se presente en mi puerta el día de mi cumpleaños y no un texto, que las palabras se las lleva el viento, si me compra el oso más pequeño me sirve, de cierta manera se habrá acordado de mi, y el diamante no tiene por qué ser el más brillante, él lo haría brillar
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